Al paso del tiempo el Semefo se convirtió en Instituto de Ciencias Forenses y el viejo edificó ahora es el Centro de Atención Integral para la Búsqueda de Personas
Antonio De Marcelo Esquivel
De mis Diarios de Ciudad: La primera vez que fui al Servicio Médico Forense (Semefo) acompañé a don Tomás Rojas, no recuerdo el caso, pero ser reportero de La Prensa nos abría las puertas, además que otros reporteros antes habían abierto brecha.
Después fue común acudir varias veces a la semana, entonces era director el doctor Rodolfo Rojo, una magnífica persona que me enseñó mucho de lo que sé sobre crímenes, conversar con él y con peritos además de médicos legistas me enseñó a diferenciar las heridas provocadas por cada tipo de armas.
Eso que muchos aprendieron en la carrera pericial yo lo aprendí a fuerza de ver cadáveres todos los días, estudiarlos y replicar lo escuchado en mis notas, es cierto que entonces usábamos frases como “le descerrajó un tiro a bocajarro” y otras, pero es que aprendiendo a hacer periodismo en la brega del oficio.
Aunque don Augusto Corro, mi maestro, nos corregía continuamente como aquella vez de la frase de los “fogonazos” y nos explicó la diferencia entre el estruendo del disparo, el fuego que se ve al salir la bala y el plomo que se clava en la carne.
Varias veces me preguntaron en las universidades cómo lidiar con ver muertos y conversar con criminales, pero es que esa era la chamba, ir al Semefo y preguntar sobre el resultado de la necropsia en un crimen, escuchar que la bala o el arma blanca había ingresado de derecha a izquierda, de arriba hacia abajo e interesado órganos vitales, lo que había causado la muerte, entonces se establecía la mecánica víctima-victimario entre otras cosas.
Ahí era posible dialogar con la familia y a veces tener esa parte humana que toda historia policial tiene, misma que desgranábamos en cuartillas y cuartillas de papel revolución con copia para todos.
Luego un día las cosas cambiaron y hubo que evolucionar con la nota roja y el Semefo también se transformó, mudamos nuestras búsquedas a la calle a investigar de otra manera.
Ese edificio también cambió, el Semefo se convirtió en Instituto de Ciencias Forenses y el viejo edificó ahora es el Centro de Atención Integral para la Búsqueda de Personas.

Otro tema que cambió, porque la gente desaparece todos los días; recuerdo que entre mis primeros casos de personas desaparecidas estuvo el caso de Dianita, una niña de seis años, a quien busqué por años y en mi carrera como reportero policiaco se quedó como parte de mis pendientes, pero ya les contaré de eso en otro Diario de Ciudad.


