Sebastián Godínez Rivera
Las recientes declaraciones del canciller alemán, Friedrich Merz, han generado polémica en la opinión pública. El demócratacritiano se ha enfrascado en un torbellino ideológico, luego de afirmar que el paisaje urbano está deteriorándose por los migrantes ilegales. Aunque declaró que no quiso decirlo de esa forma, la frase le ha ganado cuestionamientos de la oposición, pero también de sus socios de la coalición de gobierno, los socialdemócratas.
Merz se refería a que en las ciudades alemanas hay un problema que tiene que ver con una alta cuota delictiva, con acoso y también con agresiones sexuales. Con la basura y el abandono. Ha dicho que no tiene nada de que retractarse, por lo tanto, su comentario es entendido como que esos problemas son culpa de los migrantes. Sin embargo, es un debate estéril defender, atacar o traducir lo que quiso decir.
Lo cierto es que la política migratoria ha cambiado en Alemania, durante la llamada “Era Merkel” se impulsó el asilo a los inmigrantes. Con su salida, el panorama político-electoral cambió y Merz asumió la dirección de la CDU. Tras la caída del gobierno de Olaf Scholz y el ascenso del nacionalista partido Alternativa por Alemania (AfD), los conservadores liberales optaron por cambiar la estrategia discursiva.
Con un cálculo electoral, los democratacristianos apostaron por utilizar el populismo como herramienta de captación de votos. De acuerdo a la teoría, Cas Mudde considera que existen políticos que utilizan la retórica para atraer votantes; el cálculo de Merz le dio frutos, pero no los suficientes para formar un gobierno con sus aliados tradicionales. Incluso AfD se convirtió en la segunda minoría del Bundestag.
Los partidos tradicionales optaron por crear un cordón sanitario, que impide a AfD obtener posiciones de poder en el gobierno. Por eso los conservadores, socialdemócratas y algunos verdes invistieron gobierno. Los datos muestran un cambio en la política migratoria, esta se ha endurecido con medidas como la suspensión de la reunificación familiar, la eliminación de vías rápidas a la ciudadanía y el regreso de las expulsiones express.
Ideológicamente la Unión Demócrata Cristiana ha corrido un poco más hacia la derecha en estos temas; el jefe de la Cancillería, Thorsten Frei, dijo que la migración debería reducirse a «un nivel tolerable». En Alemania, está ocurriendo un fenómeno boomerang; entre 2015 y 2016 Europa del este cuestionó a Berlín por las cuotas de refugiados, a lo que Alemania insistió en darles refugió; derivado del fenómeno migratorio partidos y líderes nacionalistas comenzaron a ganar el poder.
Personajes como Viktor Orbán en Hungría; Ley y Justicia en Polonia; Rassemblement National de Marine Le Pen en Francia; y Vox en España comenzaron a mostrar su inconformidad con la política de asilo. Mientras Merkel promovía los brazos abiertos, generó una crisis en las instituciones de asilados en los países que fungían como entrada a Europa, Italia y Grecia, los cuales se encuentran colapsados.
Alemania que en su momento consideró xenofóbicas estas posturas, hoy está presenciando los resultados de ellas. Sobre todo, en un contexto donde el europeísmo se debilita y el nacionalismo crece en varias naciones. Partidos que en su momento no adoptaban posturas radicales en este tema, hoy lo están haciendo para conseguir votos y en un intento de mermar a otros competidores.
No obstante, las posiciones de Merza han generado críticas de sus correligionarios quienes consideran que no ha sido cuidadoso con sus declaraciones. Otras voces de los partidos verde y socialdemócratas lo han acusado de promover estereotipos sobre la migración y promover la xenofobia. Actualmente, el gobierno se encuentra en una encrucijada, si las tensiones continúan este podría caer.
Alemania es una democracia parlamentaria, dónde el partido más votado o una coalición forman gobierno. Su estabilidad versa en la capacidad de satisfacer a los socios coaligados y cumplir con los acuerdos adoptados. De continuar las tensiones o los malos entendidos, un escenario es la caída del gobierno o el reemplazo del canciller. El escenario europeo es complejo, puesto que las derechas nacionalistas están ganando terreno ante los liberales.
Como jefe de gobierno, Merz debe cuidar sus palabras si no quiere que su gobierno se tensa al punto de la cálida y con ello se fortalezca el nacionalismo de AfD. Incluso la desconfianza sobre Merz es fundamentada, en marzo de 2025 votó junto a los radicales una moción para endurecer las normas migratorias, cuando al inicio de su gobierno prometió ejercer el cordón sanitario.
La CDU también enfrenta un desgaste tras 16 años de gobiernos de Merkel y la llegada de Merz no revitalizó al partido, al contrario se mantiene con un apoyo del 24%. Cuando el hoy canciller asumió la dirección del partido, se le consideró un buen elemento para generar estabilidad. Sin embargo, Merz parece que abraza el populismo (el cual no le queda) y ha comenzado a presionar los cimientos de su administración.
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