«La Grilla en Rosa» de Fabio (versión salpicada de sangre)
La presidente Sheinbaum bien fregaba con que su Batman de petatiux llegara a secretario de seguridad. No se cuál era la idea, pues la secretaría de seguridad es un cascarón que no dirige nada, pues la Guardia Nacional ya se la enjaretaron al Ejército y, por tanto, Omar García Harfuch no tiene tropas que dirigir gracias a la militarización que ordenó su mesías y que alegremente apoyó la reseca.
Además de eso, no han hecho absolutamente nada para cambiar los abrazos, besos y apapachos a los patrones del narcopresidente, por lo que los narcos siguen impunes en el país, haciéndo lo que se les da la gana con toda la venia del narcoestado moreno.
Ya se notan los resultados: este domingo, en una táctica más digna de los terroristas islámicos que de los delincuentes mexicas, el presidente municipal de Chilpancingo fue hallado muerto en una camioneta, su cuerpo dentro de la unidad y la cabeza arriba de la cabina. Él era del PRI, no de la secta, y fue elegido tras de que la anterior y muy narcotraficante alcaldesa, Norma Otilia Hernández, fuera grabada en alegre cháchara con el líder de los llamados «Ardillos» que asolan los municipios alrededor de la capital guerrerense.
Alejandro Arcos había literalmente rogado a la estúpida juanita que dice gobernar Guerrero, Evelyn Salgado, y a la mismísima títere de AMLO que le diera seguridad, pues tres días antes habían asesinado a su secretario de gobierno. No se la dieron. Ahí está el resultado de politizar hasta la seguridad pública en favor sólo de la secta.
Por su parte, a la buchona Norma Otilia Hernández, pese a las pruebas de su complicidad criminal con el narco, no la sacaron de la secta si no hasta el pasado 8 de septiembre, más de un año de su alegre desayunito con un capo ¿Más sanciones aparte de eso? Nada. Recuerden que es de la secta.
La semana pasada, los soldaditos ahora al mando de la titina masacraron una camioneta con indocumentados en Chiapas, episodio en el que mandaron a calacas a seis de ellos e hirieron a casi una decena más.
La violencia sigue alegre en Sinaloa, donde el vigilado y resguardado es el narcogobernador morenista Rubén Rocha Moya, mientras que ya se reportan desplazados de ese estado que han huido a entidades como Baja California Sur. Pero de acuerdo a la comandante Titina no hay tos, no pasa nada y todo está de peluches.
Pero sucede que no lo está: En la cuenta hasta el 4 de octubre, en este gracioso y fraudulento sexenio iban ya 262 muertos y 180 desaparecidos.
Se suponía que la Titina iba a dar a conocer este martes su dizque estrategia de seguridad. No sé que vaya a presentar si, fiel a lo que le ordenan, ha dicho recio y quedito que no va a cambiar el chiqueo a los delincuentes. Si no es enfrentarlos de una buena vez, con la consecuente ola de violencia -que se da por la irreponsable indolencia del Pejestorio de renunciar a las labores del estado ante el crimen y preferir hacerles piojito en vez de enfrentarlos, todo porque lo compraron hasta la última arruga del uyuyuy-, entonces, ¿qué diantres piensa hacer para recomponer el desequilibrio estado-delincuentes creado por su titiritero?
Poco antes de que se saliera por fin de la presidencia, antes de optar por el home office que es su maximato con Sheinbaum, el mesías se enojó, y mucho, porque el PAN propuso declarar a los cárteles como organizaciones terroristas -que eso es lo que son-. El bocón tabasqueño defendió vehementemente a los narcos de que les llegue semejante declaratoria, pensando en que a ellos (y a él) no les agarren los cherifes y lo aprehendan al estilo americano.
Ya había comentado aquí que lo que mal empieza mal acaba. Si ni viendo las consecuencias de las alianzas del peje con los narcos se quiere combatirlas, la titina será cómplice de más y más muertes.
Apenas va una semana de Titinato, y ya se siente tan eterno como el maldito sexenio anterior.
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