Esto depende más del respeto a las reglas y la vocación democrática para entregar el poder que de los controles jurídicos
Sebastián Godínez Rivera
La nación isleña ha sufrido una serie de eventos desafortunados, comparando la situación haitiana con la colección de libros del autor Lemony Snicket. El país insular ha vivido inestabilidad desde 2021 cuando fue asesinado el presidente Jovenel Moise. Para mediados del mismo año senadores, diputados y jueces culminaron su encargo, a lo que solo el Primer Ministro se mantuvo en el cargo, Ariel Henry.
El país fue azotado por una ola de violencia y pandillas que se hicieron con el control de los combustibles y recursos de primera necesidad. Haití no pudo combatir la ola de violencia lo que generó uno de los episodios más cruentos de la región. La comunidad internacional solicitó la intervención de Naciones Unidas, para la designación de un gobierno provisional que recuperara el control del Estado.
Los intentos para recuperar el control abarcaron los años de 2022, 2023 y en los primeros cinco meses de 2024 cuando se nombró al Alto Consejo Presidencial para la Transición. Está integrado por siete miembros y cumple con el papel de la jefatura de Estado, su mandato está previsto hasta el 7 de febrero de 2026. Aunque el orden ha intentado ser restablecido, el país ha designado una fecha para la celebración de elecciones.
El Consejo Presidencial de la Transición (CPT) y la Comisión Electoral declararon que las elecciones serán pospuestas. Debido a la inseguridad del país, estas serán celebradas el próximo año. Asimismo, se anunció la cancelación del referéndum constitucional para hacer cambios de gran calado al sistema político. El país actualmente tiene una legislatura bicameral, cuenta con un Senado y una Asamblea Nacional; sin embargo, pretendía cambiar a un modelo unicameral. También se preveía la abolición del cargo de Primer Ministro para transitar hacia un modelo completamente presidencial.
Haití adoptó un modelo semipresidencial similar al de Francia; además, se creó el cargo de vicepresidente. La nación caribeña se propuso el paso definitivo a un régimen presidencial, el cual de acuerdo a su historia política le ha permitido ciertos niveles de estabilidad, pero también de autoritarismo. A esto se suma la eliminación de la cláusula que el presidente no puede reelegirse de forma inmediata, sino que debe dejar pasar un periodo
Este es uno de los temas polémicos, puesto que el país instauró esta regla luego de las dictaduras de Francois Duvalier 1957-1971, luego heredó el poder a su hijo Jean-Claude Duvalier quien ejerció el poder de 1971 a 1986. Las cláusulas de mandatos definidos en América Latina versan sobre la primicia de que los políticos aspiran a quedarse más tiempo.
En el caso haitiano esto responde a dos dictaduras que sumieron al país en una crisis de derechos humanos y libertades políticas. El tema de la reelección no puede ser catalogada como mala per sé, hay países que muestran estabilidad, sin caer en el autoritarismo como en el caso de Estados Unidos, Francia, Brasil o Argentina por mencionar algunos. Esto depende más del respeto a las reglas y la vocación democrática para entregar el poder, que de los controles jurídicos.
El país también aspiraba a incluir a la ciudadanía con doble nacionalidad para que pueda desempeñar cargos en el gobierno. Una medida de inclusión que abre las puerta a un mayor pluralismo y podría ser benéfico para una ciudadanía que hasta el momento ha sido sumamente hermética. Además, se busca que el servicio militar sea obligatorio desde los 18 años. Quizá producto de su crisis de seguridad el país busca reservas en la milicia que en algún otro momento sirvan para mantener la estabilidad.
No obstante, los anales históricos desde la independencia muestran una profunda inestabilidad. Los Duvalier lograron permanecer tanto tiempo en el poder, debido a la creación de pandillas y grupos paramilitares que superaban en número al ejército formal. De acuerdo a los estudios comparativos cuando las fuerzas armadas no están institucionalizadas, es decir, responden a otros intereses y no a la nación, estas son un factor de inestabilidad.
Desde la independencia los presidentes militares no han culminado su mandato, como Jean-Jacques Dessalines que fue el primer líder de la naciente república; sin embargo, fue desmembrado y descuartizado por una revuelta en las calles de Puerto Príncipe luego de que se proclamó emperador de Haití. Con la proclamación de la primera república (1806-1812), la segunda república (1844-1849) y la denominada república de Haití nacida en 1859 el país ha tenido 42 presidentes electos.
A estos se suman 40 ejecutivos provisionales, lo que da un total de 82 jefes de Estado. Si retrocedemos más allá de 1859 es posible encontrar dos imperios, el primero de 1804-1806 y otro de 1849-1859, con dos monarcas cada uno. Por último, entre 1806-1811 existió el Estado de Haití que fue gobernado por Henri Christophe; le sucedió el Reino de Haití encabezado por el mismo hombre hasta 1822. En total, la isla ha tenido 85 gobernantes, lo cual habla de una profunda inestabilidad no solo en el ejercicio del poder, sino también por el constante cambio de forma de gobierno.
No es la primera vez que el país atraviesa una crisis profunda, sino que se ha vuelto una constante en su historia. Ojalá los cambios propuestos en el referéndum sean una base sólida para la construcción de un andamiaje institucional sólido que resista al paso del tiempo. Sin embargo, la historia de las transiciones ha demostrado que el marco institucional puede ser perfecto, pero este no servirá si los actores no se comportan bajo las reglas democráticas.
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