Metropoli

HISTORIAS EN EL METRO

Saber de futbol americano siempre será interesante

FUTBOL AMERICANO

Por Ricardo Burgos Orozco

Entré al vagón y estaba a punto de sacar mi celular para ponerme a leer y que lo vuelvo a guardar cuando la vi paradita con un par de chamorros espectaculares, con tacones, que la hacían lucir mejor, una falda vaporosa hasta las rodillas, cabello largo oscuro y cuando estratégicamente me coloqué a su lado observé los demás atributos que le dio la naturaleza.

Desde donde yo la observaba se notaba pecosita de la cara, uñas bien esmalteadas, aunque un poco gorditas para mi gusto. A lo mucho tendría 35 o 40 años. Chaparrita. Mi cerebro comenzó a funcionar para buscar la manera de entablar la plática –ni modo que le preguntara como aquel chico gay que me encontré hace unos días ¿es usted abogado? ¿contador?

Se me ocurrió algo coloquial: qué bueno que hoy no viene tan lleno el Metro como acostumbra en esta línea, le dije. Me contestó con una sonrisa leve, pero amable, que ella normalmente no toma esa línea y le pregunté cuál toma -por supuesto, de inmediato-.

Ella no toma el Metro porque trabaja muy cerca de su casa y hoy viene a la representación del estado de Veracruz por un acta de nacimiento ¡Es paisana! Me dije, y entonces le pregunté ¿Ah, va a la embajada veracruzana? se rió. Ahí ya empezó la charla más animada.

Le dije que soy de Coatzacoalcos, etc. etc. Por casualidad me bajaba también en Insurgentes, le comenté. Pensé: esta niña es toda ternura. Una voz suave y bajita, como que no quebraba un plato. Se desocupó un asiento y se enfrió la comunicación ¡Ni modo! Y para colmo un tipo se colocó de pie a la altura del lugar donde ella venía sentada.

De pronto la chica pescó de los «esos» al tipo. No lo soltaba, con una fuerza que parecía que lo levantaba en vilo. El hombre se retorcía de dolor y gritaba como loco. Lo tenía muy bien atrapado. Pobre hombre, no quiero imaginarme su dolor.

Cayó al suelo y no lo soltaba y ella le gritaba: ¡Desgraciado, ve a repegarte con tu madre! ¡Infeliz! ¿Dónde quedó aquella muchacha que parecía tierna y dulce? Llegamos a la siguiente estación y el hombre humillado, aún muy adolorido, salió corriendo.

¿De dónde sacaste tanta fuerza? Le pregunté sin quitar mi cara de asombro. Practico futbol americano en un equipo femenil, soy full back, entreno todos los días después del trabajo y juego los sábados, me dijo. Fue una charla muy amena hasta que nos despedimos en la Glorieta de Insurgentes.. Ella iba a Niza y yo a Hamburgo. Me dio su número telefónico. Creo que le voy a llamar. Saber de futbol americano siempre será interesante.

Foto: Archivo

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