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El Aullido de Lobo | Los olvidados del Gobierno que dice que primero los pobres

Por Antonio de Marcelo Esquivel

Hace ya varios años, quizá unas dos décadas, nos mandaban a entrevistar a los llamados “niños de la calle” eran menores que dormían en las coladeras, ahí se drogaban, alimentaban y reproducían; entonces parece que empezaba ese fenómeno, aunque pobres ha habido siempre.

Con el paso de los años, esos niños, los que sobrevivieron al hambre, la violencia y las drogas, se hicieron adultos y hasta padres de familia, dejaron las coladeras para pasar a las banquetas, camellones, entradas del metro, sitios traseros de edificios y todo lugar donde no los corrieran; se hicieron como pequeñas ciudades, comunidades donde superviven en condiciones deplorables.

¿Qué se puede hacer por ellos? Mucho y a la vez poco, porque no quieren ir a un albergue, temen morir violentamente o someterse a las reglas ahí estipuladas, prefieren la calle, dormir a la Interperie y vivir de lo que buenamente les da la gente, comida, ropa o dinero.

Algunos trabajan en los cruceros, se ganan la vida limpiando parabrisas o ayudando a armar puestos ambulantes, otros lavan carros o barren en mercados.

¿A qué aspiran? A tener algo, un techo como todo mundo, y no gratis, así me lo platicaron en la esquina del Eje Guerrero y Puente de Alvarado, porque alguien les dijo cómo, o quizá aprendieron de ver las manifestaciones apenas a unos metros en Reforma, donde un día y otro también cierran para exigir justicia.

Entonces, cerraron el Eje Guerrero, se agenciaron unas pancartas y escribieron “Queremos respeto de la autoridad” y pararon el tráfico vehicular en Eje Guerrero, hasta que llegaron a conversar con ellos y dejaron su manifestación, siguieron limpiando parabrisas.

Queremos un lugar donde vivir y no gratis, apuntaron: podemos pagar unos quinientos quizá mil pesos; y casualmente eso pagan los beneficiarios de las casas del INVI y en la Ciudad de México, seiscientos pesos al mes. 

Lástima que para entrar a un proyecto de ese sistema se requiere un pago de hasta más de 250 mil pesos, solo para lo que llaman “el chesco”, es decir no es parte del costo de la vivienda; en algún lugar se le llamaría corrupción, pero en esta ciudad parece que durante años nadie ha visto cómo se ha manejado ese tema de la vivienda de interés social, ah pero no fuera lo que llaman el Cartel Inmobiliario porque hasta detenidos, pero esa es otra historia, aquí se quejan los pobres, esos sin techo que viven a la buena de Dios, solos con sus esperanzas, sus ilusiones y señalados por todos, buenas personas que te tienden la mano y le saltan por ti si es necesario.

Fotos: DeReporteros.com

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