Columnas

La traición del subconsciente

POR ARMANDO RÍOS RUIZ

El día 30 del mes que acaba de terminar, el Presidente dio claras muestras de haber sido traicionado por el subconsciente que, según el psicoanálisis, es la parte menos accesible de nuestra mente, donde se encuentran recuerdos e impulsos reprimidos. Algunos enterados dicen que repentinamente hace aparecer la solución de cosas que no entendemos o que entendemos de diferente manera a lo que es una realidad difícil de interpretar.

Recuerdo el ejemplo que afirma que la Biblia está escrita bajo el método gnóstico o cabalístico, para ser leída por el subconsciente. Contiene pasajes difíciles de entender o de aceptar, como el hecho de que el ángel rebelde pone a Dios a prueba sobre la fidelidad de Job. Cuando menos se piensa, la mente envía la interpretación correcta, que nada tiene que ver con lo que se lee. 

Poco antes de que el Presidente asumiera el cargo en 2018, habló en el estado de Guerrero de amnistiar a los criminales que han cometido todos los delitos inimaginables y abominables, como la tortura más cruel que alguien pueda percibir y el asesinato de la manera más dolorosa. 

De alguna forma ha cumplido su palabra con la increíble y ridícula invención de solución al mal que prohíja, con abrazos que, lejos de menguar un ápice su presencia, la ha exacerbado a niveles nunca sospechados. Lo mismo que las muertes y desapariciones que hoy tienen el país entero convertido en el panteón más grande del mundo y en inevitable laberinto que fuerza a familias a buscar con esperanzas o resignación, en todo el territorio mexicano, a sus seres queridos.

Desde aquel momento de su anuncio, no fuimos capaces de advertir que en realidad se trataba de un acuerdo, que al paso del tiempo se ha hecho más visible y que el 30 de mayo último el subconsciente reveló, cuando dijo en su conferencia mañanera, que “oficialmente ya no hay guerra” contra las hordas de delincuentes que asuelan el país. “Queremos la paz”, remató. 

Y lo anterior, en la antesala del final de su mandato o un año antes de dejar el cargo que le permitió, durante cuatro demasiado largos, defender contra viento y marea a los criminales que se han reproducido desmesuradamente y que hoy se mantienen como dueños y amos absolutos, de vidas y haciendas. De autoridades y decisiones de los ciudadanos, en todos los rincones de México. 

La ecuación consistió en amnistiar. Inventar la estrategia de abrazos, no balazos. Ordenar la libertad del Chapito, detenido durante el evento denominado “Culiacanazo”. Visitar la madriguera de los chapos en la sierra de Sinaloa. Repetir muchas veces este hecho. Felicitar a los narcos por haberse portado bien en épocas de elecciones. Todo este coctel ha servido para abrir los ojos a los mexicanos que sí piensan y obligarlos a concebir un “acuerdo” inminente. 

Igual que cuando dijo que la pandemia le cayó como anillo al dedo, expresión por demás inadecuada por señalar a quien la profirió como un ser no conectado con la realidad en momentos de angustia para la población entera, hoy también le cayó como anillo al dedo la desesperada propuesta de la señora Delia Quiroga, del Colectivo Nacional de Víctimas 10 de Marzo, de llegar a un acuerdo de paz, mediante carta enviada a nueve cárteles. 

De inmediato, el mandatario respondió: “Yo estoy de acuerdo, ojalá y se lograra la paz, eso es lo que deseamos todos, que no haya violencia, que no haya homicidios, que no haya agresiones porque se afecta a todos”. Desgraciadamente, la paz no se logra con abrazos ni con felicitaciones ni con omisiones. Menos con reconocimientos a ese sector. 

Imaginé que ayer debió festejarse en las diferentes sierras y poblaciones donde se exhiben, rifles en alto y con mucho júbilo, su triunfo indiscutible y reconocido por el mismo presidente del país. Tal vez ni fue necesario por saberse de todos modos, por encima del político más encumbrado. 

Anteayer apoyó sin pensarlo, la propuesta de la señora Quiroga. Ayer reculó. Dijo en otra mañanera que siempre no. ¿Qué pasa en su cerebro?

De

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