
Sebastián Godínez Rivera
El mundo saluda al nuevo Sumo Pontífice, Robert Prevost, quien eligió el nombre de León XIV; nacido en Estados Unidos en Chicago, Prevost es el segundo Papa del continente americano y el primer estadounidense en asumir este cargo. También fue designado obispo de Chicalayo, en Perú, antes de ser elegido por Francisco para dirigir la oficina episcopal del Vaticano.
Ubicado en el ala reformista del catolicismo, pregona la defensa de los migrantes y tiene una visión bergogliana en cuanto a que el Papa no debe ser un monarca recluido en El Vaticano. No es casualidad, la Unión Americana ocupa la cuarta posición en población católica del mundo, con más de 72 millones de fieles (un 20% de la población). La llegada de un estadounidense al trono de Pedro puede ser leído como un alineamiento con Washington, pero no es así.
Prevost se ha mostrado alejado de las posiciones ideológicas de Trump, a diferencia de Raymond Burke que era apodado “el Trump Católico”. El nuevo Santo Padre ha cuestionado la criminalización de los migrantes, las posturas autoritarias del ejecutivo americano y la turbulencia con las que se mueve el escenario internacional. Más allá de las especulaciones, Prevost es un moderado que ha roto con la variable ideológica estadounidense que es la política que se antepone a la fe.
Esto se explica por un desarrollo histórico, político y social desde la fundación de la nación; la religión protestante, no el catolicismo, ha tenido un papel central en el tablero político interno. Impregnado en doctrinas como el destino manifiesto, América para los americanos; el juramento presidencial es sobre la Biblia; y el nuevo nacionalismo está marcado por la fe. Esto se explica por la cercanía de los políticos con todas las iglesias, lo cual ha llevado a una mercantilización de la fe.
Sobre todo, el catolicismo norteamericano se ha caracterizado por la ortodoxia y el conservadurismo ligado al tradicionalismo, la familia y la moralidad social. Algunos autores como Emmanuel Todd han cuestionado que la Iglesia Católica occidental se ha vaciado de contenidos que regían su doctrina, al punto de convertirse en zombies, es decir, hay una identidad religiosa, pero la conducción social los preceptos morales no son un elemento central.
Uno de los grandes retos del Papa León XIV es la relación con los cardenales estadounidenses que son cercanos al presidente Donald Trump, quien por cierto a través de la red Truth Social, felicitó al nuevo pontífice y escribió “¡Felicitaciones al cardenal Robert Francis Prevost, quien acaba de ser nombrado Papa! Es un gran honor darnos cuenta de que es el primer papa estadounidense. Qué emoción, y qué gran honor para nuestro país. Espero con ansias conocer al papa León XIV. ¡Será un momento muy significativo!”.
Sin embargo, Prevost también ha tenido discrepancias con el vicepresidente, J.D. Vance en redes sociales debido a un artículo publicado en National Catholic Reporter, «JD Vance se equivoca: Jesús no nos pide que clasifiquemos nuestro amor por los demás» en el que se habla del amor cristiano. Estos elementos, sin duda marcan un distanciamiento del nacionalismo estadounidense y sus pares católicos; lo cual podría trazar la ruta de la relación con Washington.
En el mismo tenor, la relación con el magnate podría ser tensa como lo fue con Francisco; puesto que Trump no oculta su nacionalismo radical, el cual ha encontrado apoyo fuera y dentro de los Estados Unidos. Prevost como continuador de la obra bergogliana podría impulsar la doctrina social, la protección de los pobres y sobre todo, posicionarse como una voz crítica ante las autocracias que se multiplican en los cinco continentes, porque los discursos agresivos se han vuelto atractivos para la población.
Es un defensor de la democracia y la libertad, puesto que durante su encargo en el Perú cuestionó la violencia que desató el intento de golpe de estado de Pedro Castillo y la asunción de Dina Boluarte al poder. Recordemos que la crisis política en la que se sumió la nación andina, dejó 60 muertos e hizo que Perú fuera catalogado como un régimen híbrido.
El entonces cardenal declaró: “En Chiclayo también hay problemas económicos y muchas dificultades sociales, pero las manifestaciones se hacen con serenidad’, cuestionando la respuesta violenta de la presidenta. Incluso dejó en claro que la Iglesia estaba dispuesta a mediar y lograr la paz, pero que fueron los distintos grupos políticos los que se negaron a firmar acuerdos y dialogar.
Con los hechos mencionados con antelación es importante leer al Papa León XIV desde una óptica política como Jefe de Estado con voz en el concierto internacional y además, un líder espiritual. El Santo Padre es un actor político con una formación multidisciplinaria, si bien cuenta con una licenciatura en matemáticas, también tiene una formación en Ciencias Sociales, lo cual lo dota de un visión más completa sobre un mundo cambiante.
Posiblemente continuará con la reforma administrativa del Vaticano en cuanto a la administración y la burocracia, temas que son fundamentales en la ciencia administrativa norteamericana. Estados Unidos es conocido por el amplio desarrollo de la literatura en este rubro y con pensadores como Woodwood Wilson, Dwight Waldo, Leonard White o Marshall Dimock; conocimientos que podrían ser fuente de inspiración de la reforma administrativa.
Otro pilar que podría marcar su papado es el pragmatismo teológico, es decir, tiene una concepción amplia sobre el papel del catolicismo y sus diversas vertientes que existen en el mundo. Desde el conservadurismo hasta las alas progresistas que convergen y difieren en las posturas como el aborto, la diveridad de la comunidad sexual, el papel de la mujer y la escencia espiritual de la iglesia; lo cual está marcado por una visión descentralizado, entendida, como el empoderamiento de los sacerdotes de todo el mundo y no propiamente de El Vaticano.
León XIV tiene grandes retos por delante; deberá consolidar su imagen luego de un papado reformista que buscó limpiar la imagen del catolicismo, cuestionó a los autócratas de varias partes del mundo y pregonó la palabra de Dios por varias partes del mundo. Mientras tanto, 8 de mayo de 2025, es la fecha en la que el cónclave eligió al primer Papa estadounidense, el segundo del continente americano y el sucesor de Pedro número 267.
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Para DeReporteros