Columnas

Consummátum est

Por: MARTÍN MARTÍNEZ OLVERA

Mientras se cierra el día con la elección del Poder Judicial, con una inédita marcha que denominaron “domingo negro” para protestar por esta acción que no solo generó un gasto que no requería el país derogar, sino que acabó con la división de poderes, no puedo sino considerar que se aplicó al país un consummátum est.

Lo avisado no debe sorprender, dicen por ahí, y quizá desde el berrinche de López Obrador ante no sumisión del Poder Judicial, su cabeza no cesó hasta dar a la 4T otro regalo para la destrucción del país, acabar con la autonomía de un órgano impartidor de justicia que, como todo lo que toca la mano humana, no está exenta de errores, pero mantuvo la confianza ciudadana de que la justicia en México era una opción viable.

Este “domingo negro” que marchó por la principal vía no solo de tránsito capitalino del país, sino un referente del sentir mexicano, protestó, salió de su confort, salió de la protesta digital, y expuso su rostro, su nombre para mostrar su descontento ante esta acción que condujo la primera mujer presidenta de México a los hechos, acabar con la autonomía y dominar también lo que quedaba de alternativa para las y los mexicanos, la justicia.

Parece que la justicia se convirtió en una palabra aislada cuando esta elección nos indica que no solo provocó que se pierda la confianza en la administración pública, sino que además, erosionó la legitimación del estado mexicano.

No es menor este hecho, una sociedad que no confía en sus autoridades se aleja de ella, se convierte en rehén de sus decisiones, y destruye la oportunidad de confiar en que la ley sea un baluarte que mantenga el vértice de la sociedad.

El México de la zona urbana alejada de las urnas, frente al México de la zona rural con filas, debe conducir no a la polarización entre mexicanos, sino a la revisión de quién está tomando las decisiones que impactan a todos y quién está atrás de esas decisiones provocando esa movilidad.

Las críticas no solo nacionales sino internacionales sobre esta elección del Poder Judicial tuvo alertamientos que no fueron tomados en cuenta y descalificados desde una expresión “si tienen pruebas que las presenten” en referencia a los acordeones no para “ayudar” en la facilitación de la elección, sino para dirigir hacia los personajes deseados al estrado del poder.

Cierto que los señalamientos de prácticas de otros partidos políticos fueron críticas que se denunciaron y provocaron de alguna manera la ciudadanización de los procesos electorales, y que se esperaba fuera un tema superado y formara parte del pasado.

Solo que este día, el bien llamado “domingo negro” nos mostró que la elección no fortaleció la decisión ciudadana, sino que debilitó la democracia.

Ahora como mexicanos y mexicanos conscientes del grave daño que ocurrió este día y que quedará marcado en la historia, nos preguntamos: ¿Irá a servir de algo para la impartición de la justicia? He ahí la duda.

¿Surrealismo?

De

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