Eloy Salmerón Díaz
Increíble, pero cierto, la gente llega a adorar a dictadores y a criminales; a genocidas, corruptos, ladrones, y hasta a Narco-presidentes, como AMLO.
En la historia hay muchos ejemplos de grandes criminales, unos fueron electos democráticamente, otros se impusieron por las armas, y otros más, asumieron sus cargos por herencia.
Entre los más crueles dictadores están Hitler, Stalin, Mussolini, Mao Zedong, Franco y Fidel Castro.
Entre los dictadores y criminales contemporáneos están Kim Jong-un, Bashar al-Assad, Teodoro Obiang Ngueda, Alejsandr Lukashenko, Oaul Biya y Vladimir Putin.
En América, de la generación de dictadores, criminales y narcopresidentes contemporáneos están Nicolás Maduro, Miguel Díaz Canel y Daniel Ortega.
Aunque poco mencionado, y aun cuando ya no es Presidente de acuerdo a la ley, AMLO es un narco-presidente de hecho, porque en la práctica, es el que decide el destino de México desde su escondite en Palenque, Chiapas; por eso se le puede considerar en esa lista de dictadores y criminales.
El mitómano y demagogo, con su disfraz de “demócrata, austero y defensor de los pobres”, siempre trató de ocultar su estilo dictatorial de gobernar. Con su historial de haber sido candidato en varias ocasiones y de victimizarse en cada elección por los supuestos “fraudes electorales”, caló en la conciencia de la sociedad, hasta encumbrarlo en el poder en el 2018.
Su habilidad y su perversidad para ocultar el origen ilícito de su financiamiento de campañas en cada elección, le ayudó a operar con muchos recursos, sin que los órganos de fiscalización del INE pudieran detectar su origen y los montos de los recursos mal habidos; y aunque después se descubrió el origen ilegal de esos recursos, como las aportaciones del cártel de Sinaloa, a través de los Beltrán Leyva -según las declaraciones de un testigo protegido en EEUU-, o las evidencias aportadas por los medios de comunicación, cuando sus hermanos y su equipo más cercano fueron evidenciados en sendos videos recibiendo los famosos “sobres amarillos”.
En los casos de financiamiento ilegal, el INE -una institución ya coptada por el gobierno- no le impuso sanción alguna, por el contrario, lo exoneró de cualquier delito.
Cuando AMLO asumió la Presidencia de México, siguió con el discurso de “hombre austero, en defensa de los pobres”, arreciando el discurso de odio y rencor contra los gobiernos del pasado, contra los ricos y contra cualquier ciudadano que no coincidiera con su estilo de gobierno, o con su partido de Estado.
La estrategia para mantener a sus seguidores y para atraer a más adeptos, fue implementar las políticas sociales con fines clientelares y electoreras, entregando dinero periódicamente a varios sectores de la sociedad, especialmente a la población que podía votar, condicionando su voluntad; sus promotores, los servidores públicos, llamados “siervos de la nación”, operan como estructura de gobierno, y al mismo tiempo, como estructura de partido permanentemente en cada proceso electoral.
Con los apoyos económicos, el dictador AMLO logró manipular a todos, a tal grado, que cuando surgieron los primeros escándalos de corrupción de su familia, funcionarios y de sus amigos, siempre conservó la aprobación presidencial, dividiendo más a la sociedad con su discurso de odio y acrecentando el fanatismo de sus seguidores.
Paralelo a la implementación de los programas de reparto de dinero, AMLO anunciaba la construcción de grandes obras.
Ahora se sabe, que las inversiones para las mega-obras como el Tren Maya, la Refinería Dos Bocas y el Aeropuerto de Santa Lucía, nunca se proyectaron para generar desarrollo, generación de empleos fijos, sino más bien, para que AMLO, su familia y sus amigos pudieran operar el saqueo de miles de millones de pesos con las adjudicaciones directas y con los sobrecostos ya conocidos.
La evidencia clara del robo del dinero público del país están en los audios de Guacamaya leaks, donde se escuchan las conversaciones de Gonzalo Alfonso López Beltrán “el Bobby», hijo del presidente AMLO, y sus negociaciones para el suministro de materiales para el Tren Maya….
De la habilidad y perversidad del Narcopresidente para apropiarse de los recursos públicos hay evidencias, un ejemplo es el caso del presupuesto final invertido para la refinería “Dos Bocas”, que inicialmente estaba proyectado para ejecutarse con 8 mil millones de dólares, terminó en casi 20 mil millones de dólares, sin que se pueda conocer realmente las razones por las que se haya incrementado casi lo triple el costo previsto.
Para evitar las fiscalizaciones, AMLO decidió que las fuerzas armadas se hicieran cargo de las grandes obras, desde la licitación, adjudicación, ejecución, seguimiento y la culminación de las mismas.
Asimismo, en las aduanas, que antes estaban bajo el control de las autoridades civiles, con AMLO y Claudia Sheinbaum, se asignaron a los mandos de la Secretaría de Marina.
Aunque ambos casos se han considerado como asuntos de seguridad nacional, los analistas dicen que la razón de fondo de tales decisiones, ha sido para evitar la fiscalización y la rendición de cuentas.
Es evidente que por las irregularidades cometidas durante el gobierno de AMLO y la increíble corrupción que se está conociendo en el gobierno de Claudia Sheinbaum, motivaron a ambos, acelerar el proceso para la desaparición de las instituciones autónomas, que eran un contrapeso al gobierno, especialmente el Instituto Nacional de Transparencia y Acceso a la Información y Protección de Datos Personales, que le permitía a la sociedad conocer la información sobre el uso y destino de los recursos públicos.
Entregarle al ejército y a la Marina el control de los recursos para las mega-obras; así como el control de las aduanas, con la idea de combatir la corrupción que cometían las autoridades civiles frente de esas responsabilidades, resultó totalmente contraproducente, ahora la corrupción carcomió no solamente al ejército, sino también a la Marina, una institución que gozaba de la absoluta confianza de la sociedad previo al gobierno de AMLO.
En la historia política del país, jamás se había visto tal magnitud de escándalos por la corrupción y la relación de los funcionarios, representantes populares y líderes de Morena, coludidos con la delincuencia. Vaya, no hay detenciones, denuncias, sobornos, compras y viajes de lujos, donde no estén involucrados los actores políticos del gobierno y de Morena. Es la putrefacción total del oficialismo.
Lastimosamente ahora las instituciones de mayor prestigio están involucradas en el escándalo más grande que México jamás había visto: por un lado el ejército involucrado con la corrupción en la ejecución de las grandes obras del país, beneficiando directamente a los hijos, amigos y al equipo cercano de AMLO; y por otro lado, con la Marina, evidenciado en la corrupción más escandalosa con la operación del huachicol, el huachicol obtenido de los ductos de Pemex, y el huachicol fiscal, que tiene que ver con la importación de combustible de EEUU, disfrazado de otros productos, con el fin de no pagar impuestos reales, impactando severamente la recaudación de impuestos para el país.
En resumen, AMLO jamás actuó para hacer políticas de Estado en beneficio de los pobres, los manipuló regalándoles dinero, con tal de que no cuestionaran su corrupción rampante. De los apoyos económicos repartidos como becas, nunca hubo un diseño de politicas públicas evaluables para sacar de la pobreza a los más pobres, sino para hacerlos dependientes, sumisos y obedientes al oficialismo.
Así de claro, AMLO, sus hijos y sus amigos, repartían recursos obtenidos mediante deuda, mientras saqueaban las arcas del país, para acumular una deuda pública de 20.3 billones de pesos para el año 2026, eso, según los datos estadísticos del paquete económico entregado al congreso de la unión, para el ejercicio fiscal 2026. Es decir, del 2018, al 2026, en tan sólo ocho años, habrán duplicado la deuda pública del país heredado por los anteriores gobiernos, que rondaba los 10.8 billones de pesos al final del gobierno de Enrique Peña Nieto. Increíble, la deuda del país que se generó durante los 200 años de la vida independiente del país, se duplicó en tan solo ocho, bajo el gobierno que prometió transformar el país. Son unos ladrones.
Las políticas sociales del gobierno de cuarta, han hecho de México un país mayoritariamente de ciudadanos, y no de personas; los primeros viven supeditados y obedientes mientras el gobierno los engaña con los apoyos, que son meros paliativos, que no resuelven de fondo el problema de la pobreza, mientras desde el poder desfalcan los recursos del país; los segundos, estamos fuera del control del gobierno, libres, pensantes, dispuestos a luchar para hacer de México una República, con división de poderes; un país realmente democrático, próspero, con crecimiento económico, con paz y seguridad.
La lucha será larga entre quienes apoyan por un lado, que el gobierno de cuarta siga endeudando al país, manipulando a los más pobres, distrayendo a muchos mientras se roba el futuro de millones; contra quienes creemos en un gobierno responsable, democrático, comprometido con el crecimiento económico, generación de empleos, combate a la corrupción, fortalecimiento del sistema de transparencia y rendición de cuentas.
Es tiempo de alzar la voz, hay que preparar el terreno para sacar del poder a los farsantes, cínicos y corruptos, que se adueñaron mediante el engaño del futuro de millones de mexicanos.
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