Por Ricardo Burgos Orozco
En los alrededores de la estación Mixcoac del Metro, por donde circulo casi todos los días, he visto de una semana a otra, un número mayor de puestos ambulantes de todo tipo y vendedores de cualquier cosa: churros, tamales, atole, pan, tortas, tacos, chilaquiles, gelatinas, galletas, café de grano, accesorios para el celular, bocinas y muchos más. Eso es mala señal porque significa que la gran mayoría de quienes ofrecen sus productos ahí, y en otros muchos lugares, son personas que dejaron el trabajo formal por alguna razón y no les quedó otra que dedicarse a la informalidad.
En un reciente informe publicado, en el tercer trimestre de 2025, 55.4 por ciento de los trabajadores en México se ocuparon en un empleo informal, un incremento mayor que la cifra registrada en el trimestre anterior, que fue de 54.8 por ciento y de hace un año, con 54.6 por ciento. Esto quiere decir que México no está cubriendo nuestras necesidades laborales y miles o millones de personas se tiene que dedicar a lo que puede para obtener ingresos.
La tasa de informalidad laboral es mayor en mujeres que hombres. Los estados donde más se presenta el fenómeno de trabajo informal son: Oaxaca, Guerrero, Chiapas, Tlaxcala e Hidalgo; es menor en entidades norteñas como Coahuila, Nuevo León, Chihuahua, Baja California y Baja California Sur.
La Jornada publicó el pasado domingo 30 de noviembre que la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del Instituto Nacional de Estadística y Geografía reveló que México registró la cifra récord de 16.62 millones de trabajadores independientes al cierre del periodo julio – septiembre, que es uno de cada cuatro mexicanos ocupados, es decir 59.5 millones de personas. De ellos, como observamos en el registro párrafos arriba, un 55.4 por ciento se dedica al empleo informal.
Según el mismo diario, 53 por ciento de las personas en edad laboral, han perdido oportunidades de trabajo debido a su edad, un 61 por ciento de la generación X, de los 45 a los 60 años. Esa es otra realidad porque las posibilidades de empleo se van cerrando en miles de empresas, que condicionan contratar gente joven, aunque con poca experiencia; incluso les disminuyen los sueldos.
Por su parte, el gobierno, siempre con sus datos alegres y convenientes para su causa y sus objetivos, registró una cifra histórica de casi 22.8 millones de afiliados al Instituto Mexicano del Seguro Social, en octubre de 2025, con un aumento de 217 mil 491 empleos nuevos en octubre. Además, menciona que en los últimos 12 meses se crearon 187 mil empleos para mujeres.
Por supuesto, habría que analizar el tipo de trabajo que llevan a cabo esos casi 23 millones de mexicanos, sus niveles salariales y su experiencia y capacidad. Seguramente la gran mayoría son empleos modestos con salarios muy bajos, pero ¡Claro! Están inscritos al IMSS y con eso engrosan los datos gubernamentales para lucirlos en informes oficiales.
La realidad es que México está viviendo un fenómeno muy negativo que, con el paso de los años se ha vuelto más palpable a consecuencia de las finanzas nacionales endebles, la retracción de la economía, con poca inversión privada y la falta de empleo bien remunerado: nos hemos vuelto un país de trabajadores informales. Por eso las calles se están llenando de gente que oferta de todo y en cualquier espacio donde puede.
Y es que, como dice el dicho: En casa del pobre el que no trabaja no come. Y hay que buscarle – digo yo — como sea.

